Cuando hace un año Guillermo Martínez remató su graduación en Ingeniería, especialidad en Organización Industrial, decidió darse un baño gélido de realidad en un orfanato de Kenia. En casa le acababan de regalar una impresora 3D y pensó en fabricar con ella algún tipo de obsequio útil que llevar. Advertido de que en esa comunidad encontraría a muchas personas mutiladas, se decantó por unas prótesis para extremidades superiores. «Como ingeniero cuadriculado que soy», se centró en construir esas «piezas» contrarreloj sin sospechar la trascendencia prodigiosa que sus ‘souvenirs’ tendrían en sus receptores. La increíble historia de este madrileño de 23 años, especializado en diseño de drones y en fabricación aditiva, no ha hecho más que empezar. La próxima semana se sube de nuevo a un avión rumbo al mismo país africano. En su maleta, unos cuantos milagros desmontados y mezclados con piezas de Lego para no levantar sospechas en la aduana. Se ha propuesto que ninguna persona en el mundo que necesite una prótesis se quede sin ella…. Sigue leyendo el artículo original aquí.