Las cosas han cambiado mucho, pero mucho mucho. Casi me asusta volver la cabeza atrás y recordar mi primer día de instituto, ha pasado mucho pero te prometo que creo que fue ayer. Me acuerdo perfectamente, los nervios, para mí primer día sin uniforme, la lista de compañeros, Zafiro. ¿Zafiro? si ese era el nombre que se sentaba (según la lista) a mi lado ¿chico o chica? y resultó ser un chico. Por cierto un chico que se convirtió en mi amor platónico durante toda mi adolescencia y a quien todavía recuerdo hoy con mucho cariño.
¿Qué por qué te cuento todo este rollo? Hoy es fiesta y quería un artículo alegre y emotivo que nos haga añorar y recordar tiempos pasados. La semana pasada descubrí un blog que ha tenido tanto éxito que se ha convertido en un libro y la pinta me pareció tan apetecible que inmediatamente me lo compré en mi iPad. Me lo leí de una sentada y me reí muchísimo, pero sobre todo me hizo reflexionar mucho.
Llegamos a adultos y la mayoría de las veces nos olvidamos que una vez fuimos niños, con nuestros problemas y nuestras inquietudes. Y nos pasamos la vida como adultos intentando enseñar y educar a nuestros menores y lógicamente lo hacemos desde nuestra madurez, sin pararnos a pensar en cómo era ser adolescente.
Así que como tenemos un puente largo por delante, si te apetece, te invito a echarle un vistazo al blog escrito por una niña de 6º de primaria (con un contenido realmente interesante) y si tienes la posibilidad de leer el libro y con ello poder hacer un paréntesis en nuestra vida adulta y transportarnos por un rato otra vez al lado de Zafiro.